Juan Manuel
Fernández
Colmenero

Nombre y apellidos:

Juan Manuel Florentino Fernández Colmenero

Lugar y fecha de nacimiento:

en la calle Martirio de Belalcázar, 20/06/1917.

Familia:

sus padres, ambos de Belalcázar, eran Críspulo Fernández de Diego, jornalero, y Carmen Colmenero Carrasco.

Profesión:

jornalero.

Guerra de España: caporal de metralletas, 37ª Brigada 145 Batallón. Perteneció a las Juventudes Socialistas Unificadas.

Stalags (campo de prisioneros de guerra): IX-A Ziegenhain (entre Frankfurt y Kassel, Alemania).

Convoy: salió del Stalag a Mauthausen el 11/08/1940. El convoy que le lleva a Mauthausen parte con 91 republicanos, de los cuales 79 mueren.

Mauthausen:

Fecha de llegada: 13/08/1940.
Matrícula: 3783.
Kommandos: fue trasladado a Gusen el 24/01/1941, matrícula: 9209. El 24/01/1944 es rematriculado cuando Gusen pasa a depender administrativamente de Mauthausen. Número de matrícula: 47210.
Fecha y lugar de defunción: 05/05/1945, Mauthausen

Lugar y fecha de defunción: Mauthausen (Austria), 13/11/1979.

Otros: en una entrevista que le hicieron meses antes de su muerte, Juan Manuel contaba que llegó a pesar 35 kilos, casi tanto como las piedras que le obligaban a transportar por la escalera de la muerte de Mauthausen. 186 escalones que subía y bajaba 13 veces al día, siete por la mañana y seis por la tarde, con apenas un café aguado, un litro de agua hervida, un poco de pan y una rodaja de salchichón… para todo el día.

Sobrevivió solo porque un cabo alemán se apiadó de él y le sacó de la cantera, porque en su estado y sin saber ningún oficio, no hubiera sobrevivido y hubiera sido uno más de los miles de asesinados en Mauthausen. ¿Por qué él? ¿Por qué no otro de sus compañeros que tuvieron peor suerte?

El español y lo que pasó en el campo solo lo hablaba con otros deportados, cada vez que se reunían en su casa de Wienergraben 57, cerca del campo que les tuvo recluidos tantos años. Una casa construida por ellos, por los prisioneros de Mauthausen, y que fue morada de un oficial de la SS. ¡Ironías de la vida, ahora era un “Spaniard” el que ocupaba esa casa!

Allí se reunían periódicamente y era el lugar de encuentro de los españoles residentes en Austria, cada año, tras la conmemoración de la liberación del campo. Con algunos de ellos formó una cooperativa y consiguieron vivir modestamente de extraer y modelar el granito de la cantera de Gusen, esa cantera en la que casi dejó su vida. Otra vez, la vida le mostraba una cara con una gran sonrisa de sarcasmo en su rostro. ¡La vida, que hermosa, pero que puñetera es a veces!

Con su mujer, austriaca, y su hijo, no hablaba español, solo un rudimentario alemán y a Manuel nunca le contó nada de lo que le sucedió durante su reclusión en ese infierno. Probablemente, porque se martirizaba con preguntas que hacía mucho tiempo que se hacía y de las que no obtenía respuesta: ¿por qué yo sobreviví? ¿por qué muchos de mis amigos y compañeros no pudieron? ¿estuvo en nuestras manos hacer más de lo que hicimos? Esa culpa y la integración en el entorno, que no fue fácil, le debieron de hacer pensar que lo mejor era que su familia no supiera para que no sufriera y su hijo pudiera integrarse mejor, aunque el apellido Fernández le delataba… Su mujer, durante años, fue recopilando información, recortes, fotografías y antes de su muerte se lo dio a su nieta Nicole, que me enseñaba y me iba contando todo lo que sabían, fruto de la información heredada de su abuela y de las investigaciones que habían realizado.

Stolpersteine:

esquina calle Balmes con la travesía de la carretera a Cabeza del Buey